16 de Febrero de 2024
 
16/02/2021 10:37
Fermín Cacho: "He vivido y vivo por el atletismo"

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Las nuevas tecnologías han permitido que, pese a la pandemia, Alejandro Blanco se pueda reunir hoy con Fermín Cacho. Durante la conversación que han mantenido, han aprovechado para repasar juntos los inicios del atleta, hacer un emotivo recorrido por su carrera deportiva y explicar cómo han sido los años posteriores a su retirada.

Tras contarle al presidente del Comité Olímpico Español que tanto él como su familia se encuentran bien de salud, el exdeportista, afincado en Andújar, le ha reconocido que el confinamiento no fue fácil. “Los primeros meses se hicieron duros. Pero tenemos la gran suerte de que estamos en el campo y tenemos espacio para salir, andar y disfrutar. Siempre hemos tratado de concienciar a las niñas que esto es más serio de lo que imaginamos y que tenemos que tomar todas las precauciones posibles para seguir tirando hacia adelante. Si no queremos contagiarnos nosotros, tampoco tenemos que hacer por contagiar a los demás”, ha afirmado.



A continuación, ambos han echado la vista atrás y han viajado en el tiempo para conocer cómo fueron los comienzos del campeón y subcampeón olímpico en el mundo del atletismo. Unos comienzos que estuvieron ligados al fútbol. “Jugaba de lateral izquierdo, de carrilero. Desde pequeño estaba en la calle con los amigos, jugando al fútbol”, explica antes de añadir que “dejé de jugar cuando Enrique Pascual, mi entrenador de toda la vida y que estuvo en el instituto de profesor de Educación física, me convenció para que dejará el fútbol y me dedicara al atletismo”.

Convencido de que el atletismo sería su pasión, Fermín hizo las maletas rumbo a Soria. “En 1984 quedé campeón de España escolar, en Laredo. Y al año siguiente, Enrique se fue a Soria y a mí me becaron para ir a un Colegio Mayor allí y seguir estudiando y entrenando”, cuenta.
Oro olímpico en Barcelona 1992

Siete años después de abandonar su casa para pelar por un sueño, el sueño se hizo realidad. En 1992 disputó sus primeros Juegos Olímpicos en Barcelona y escribió su nombre con letras de oro en la historia del deporte olímpico español. Y así recuerda ese momento.



“Cuando pasamos de la pista de calentamiento a la cámara de llamadas, y mi entrenador no podía pasar más, le dije: “Enrique, ve a la grada a disfrutar porque vas a ser el primer entrenador que tenga un campeón olímpico de 1.500”. Salí el primero a la pista y estaba en la calle uno. Pensé que iba a ser una carrera rápida, pero fue una carrera lenta. El primer 400 fue muy muy lento y el segundo más. Y lo que se veía es que esa carrera se iba a disputar en los últimos metros y había que estar muy bien colocado en los últimos 400 metros. Cuando sonó la campana, se cambió de ritmo muy rápido. Y cuando en los últimos 200 metros el alemán quiere pasar al keniata por fuera, el keniata se abrió. Ahí vi el hueco y no me lo pensé. Pasé, cambié de ritmo y pensé: “hasta donde las fuerzas aguanten. Quien quiera ganarme va a tener que correr más que yo”. En los últimos 100 metros volví a cambiar de ritmo y le saqué más ventaja. Cuando pasé por la zona del pódium ya sabía que iba a ganar y que iba a ser campeón olímpico”, rememora muy emocionado.

Su imagen con los brazos en alto antes de cruzar la línea de meta quedará grabada para siempre en la retina de todos aquellos que le vieron correr. “Había soñado con ese momento. No me costó adaptarme a la carrera porque sabía qué tenía que hacer tanto si era rápida como si era lenta”, añade.

Más éxitos

Tras el oro en Barcelona, Fermín se proclamó campeón de Europa y subcampeón del mundo. Y en 1996 llegaron los Juegos Olímpicos de Atlanta, donde volvió a colgarse una medalla. Esta vez de plata. “Llegaba muy bien. Quizá mejor que en Barcelona. Y sabía los rivales que tenía: Morceli y el Guerrouj. Todo eso lo tenía controlado. Sin embargo, lo que no tienes controlado son las cosas que ocurren en carrera. Y eso ocurrió. El Guerrouj se cayó en los últimos 400 metros, me pilló mirando para atrás, y cuando me giré lo único que pude hacer fue dar un saltito por encima. Con eso Morceli se fue unos metros y ya no le pude alcanzar. Aun así, fue una final importantísima, grandiosa”, cuenta con orgullo.



Pero ahí no quedó la cosa. Continuaron los éxitos y logro un nuevo subcampeonato mundial y un bronce europeo. Además, en 1999 fue nombrado mejor atleta europeo de la historia. Sin embargo, Fermín reconoce que no es consciente de lo que supone para el deporte español: “He vivido por el atletismo, vivo por el atletismo. Me gusta mi deporte, y lo único que he tratado de hacer es que el atletismo sea mucho más conocido en mi país. Que nos reconozcan fuera de nuestras fronteras porque somos un país pequeño comparado con otros. Y lo que quiero es que esos éxitos se reflejen en la gente porque si lo crees, eres constante, eres humilde y respetas a tus rivales, siempre se consigue el objetivo que uno se plantea”.

Una retirada a tiempo es una victoria

Por desgracia, en 2002 el atleta sufre una lesión que le tiene 21 días en el hospital y que acabó precipitando su retirada. “En el mundo del deporte hay tres cosas que te pueden retirar: la edad, una lesión grave o una enfermedad. Cuando me recuperé en el hospital le dije a mis padres, a mi entrenador y a mi mujer que se acababa la alta competición. Y siempre lo tuve muy claro. Y en el 2003 en el Campeonato de España de Jerez no me clasifiqué para la final, porque me estaba recuperando todavía y dije: “hasta aquí he llegado”.

Y añade: “Tenía dos niñas de dos y un año y lo que quería era disfrutar de ellas. Luego tuve otras dos más y estoy disfrutando y he disfrutado muchísimo de ellas. Y eso es lo que me hizo retirar. Y no me arrepiento. Pero sí que me arrepiento de una cosa. Pasaron muchos años y me olvidé de lo que era correr. De eso sí que me arrepiento, de lo demás no me arrepiento para nada”.



Vuelta a la carrera

Tras su retirada, como bien dice, estuvo muchos sin ponerse las zapatillas. Y abandonó el deporte por completo, hasta que su amigo Abel Antón le convenció para que volviera a hacerlo y juntos se prepararon un maratón.

“Todo el tiempo que estuvimos preparándolo fue sangre, sudor y lágrimas. El primer mes lo hice andando. Adelgacé muchos kilos. Poco a poco fui encontrándome bien. Al principio veía muy lejos la maratón, pero a medida que se iba acercando el día, iba teniendo más miedo”, cuenta emocionado.

Y continúa: “Salimos muy rápido porque íbamos a completarlo por debajo de 3:45. A partir del kilómetro 35 se me hizo eterno. Y ahí estaba mi amigo Abel dando ánimos: “venga que ya queda poco”, “esto ya lo hemos hecho”, “ahora es cuando hay que mirar hacia adelante”, “ahora hay que estar, que no queda nada”. Mi mujer viéndome tan mal se puso a correr conmigo. Los últimos 100 metros, ver en línea de meta a Abel, Martín, Belén, Susana, mis hijas, es algo que lo llevas dentro, que lo tienes para ti”, explica con lágrimas en los ojos.



Finalmente, cumplió el objetivo que se había marcado y terminó la maratón. Algo que pudieron presenciar en primera persona sus hijas y su mujer, las personas más importantes de la vida de Fermín y de las que habla con orgullo y admiración.

Tras media hora de conversación, Fermín Cacho y Alejandro Blanco se despiden, agradeciéndose mutuamente el buen rato que han pasado juntos y deseándose un pronto encuentro.

Puedes visualizar el vídeo, pinchando en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=ENzdABtx8kk
 





 


 

 
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