"Entre atletas y oficiales, tenemos un incremento de 600 personas respecto a la edición más numerosa y también respecto a nuestras previsiones iniciales", afirmó Sánchez una vez superado el ecuador de los Juegos.

"Esta experiencia de récord vivida en Tarragona", dijo, ha llevado al Comité Internacional de los Juegos Mediterráneos (CIJM) a plantearse "cuál es el año ideal" para celebrarlos. Su año habitual es el posterior a los Juegos Olímpicos, pero esta edición se aplazó por problemas presupuestarios.

"Hemos constatado que este cambio ha favorecido, por ejemplo, que haya deportes de equipo en el que el número de participantes sobrepasa al de Juegos Olímpicos. En voleibol son doce y aquí tenemos trece", apuntó.

"La mayoría de las delegaciones participantes" ha mostrado su satisfacción ante las condiciones de vida y competición en Tarragona, "pese a pequeños problemas de alojamiento y transporte", dijo.

"Si haces previsiones para mover a 4.500 personas y aparecen 6.000, todo se desajusta. Es un problema que no ves hasta que llega. Lo hemos resuelto", explicó, "con más gasto, reaccionando con nuestros concesionarios para incrementar los servicios".

Víctor Sánchez, también tesorero del Comité Olímpico Español (COE), destacó el nivel competitivo de los participantes.

"Tenemos campeones olímpicos y mundiales, medallistas de muchos países. En natación, esgrima, lucha, waterpolo, balonmano, entre otros, el nivel es altísimo", destacó.

Esta calidad no se ha traducido siempre en una respuesta del público, pero esto es, dijo el director ejecutivo, "un problema recurrente en los Juegos Mediterráneos".

"No es de ahora", indicó Sánchez, que recordó que los precios de las entradas van de seis a 25 euros.

"Estamos viendo que hay una afluencia masiva en determinados deportes porque tienen una mayor implantación en el territorio. Otros tienen una sede muy grande y se nota. Balonmano y voleibol, con 5.000 y 6.000 personas, por mucha gente que metas es imposible llenar. Aún no hay cifras oficiales, pero el nivel de asistencia no es muy diferente al de anteriores Juegos", argumentó.

También subrayó que Tarragona es la ciudad menor en número de habitantes que ha organizado los Mediterráneos (130.000) y que el programa, antes repartido en 15 días, ahora se concentra en 10, por lo que muchas pruebas coinciden en el tiempo y el público debe repartirse. Varios deportes, además, están aún en fase clasificatoria.

"El CIJM hará una evaluación final y un estudio en una asamblea extraordinaria en septiembre para ver qué deportes deben continuar y cómo hacer los Juegos razonables y viables para la organización y para los participantes", dijo.

Víctor Sánchez definió como "una pura anécdota" el hecho de que la nadadora Mireia Belmonte oficiara como maestra de ceremonias en una entrega de medallas, en ausencia de la persona encargada de esa función.

"En natación y atletismo las entregas de trofeos se hacen durante la competición. Se juntaron dos entregas de medallas y las presentaba la misma persona. Estaba presente pero por algún desajuste no se dio cuenta de que tenía que hacer una segunda entrega", explicó.

El responsable indicó que hay un clima "superdistendido" entre las distintas instancias políticas implicadas en la organización de los Juegos.

"Hay unanimidad total, todo el mundo está poniendo de su parte. Sí que es verdad que hubo muchos comentarios con motivo de la organización y que la noticia estuvo más en el palco que en la ceremonia, que fue preciosa y encantó a todo el mundo", dijo Víctor Sánchez, que agradeció las horas de trabajo a todo el equipo organizador.

"Somos un comité pequeño pero muy peleón", afirmó. EFE